Editorial – El legado polarizador de AMLO

El mandato de Andrés Manuel López Obrador, que culminará con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia, ha sido uno de los más polarizadores en la historia reciente de México. Sus promesas de transformación centradas en la lucha contra la corrupción y la reducción de desigualdades han generado tanto fervor como críticas. A lo largo de su sexenio, varios momentos clave han marcado su administración, revelando un panorama complejo de éxitos y fracasos.

Uno de los eventos más trágicos y significativos fue la explosión del ducto de Pemex en Tlahuelilpan, Hidalgo, en enero de 2019, que dejó 137 muertos. Este desastre expuso la pobreza que lleva a comunidades enteras a involucrarse en el robo de combustible. La respuesta de López Obrador, un programa de ayudas sociales, planteó interrogantes sobre su efectividad en abordar las causas profundas de este fenómeno. Aunque su enfoque de desarrollo económico es loable, su impacto a largo plazo sigue siendo incierto.

La ratificación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) fue otro de los hitos de su gobierno. Este logro fue esencial para la estabilidad económica del país, dado que el 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a Estados Unidos. Sin embargo, la contradicción entre su discurso anti-neoliberal y la dependencia económica de su vecino del norte no pasó desapercibida, generando críticas sobre la coherencia de su administración.

El “Culiacanazo”, donde se capturó y liberó al hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, mostró una imagen de un Estado incapaz de contener al crimen organizado. Aunque el presidente justificó esta decisión como un medio para proteger a la población civil, la percepción de debilidad del gobierno frente al narcotráfico se acentuó. La posterior captura de Ovidio Guzmán en 2023 pareció más un intento de reparar la imagen que una solución efectiva al problema.

En el ámbito internacional, la carta enviada al rey de España pidiendo disculpas por los agravios de la Conquista fue vista como un gesto simbólico innecesario, que no aportó beneficios tangibles a la diplomacia mexicana. Este paso, lejos de fortalecer relaciones, generó tensiones que podrían haberse evitado.

El manejo de la pandemia de COVID-19 fue otro punto crítico. La minimización de los riesgos y la falta de medidas contundentes en los primeros meses resultaron en una crisis sanitaria devastadora, con México posicionándose como uno de los países con más muertes a nivel mundial. Este enfoque reflejó un liderazgo inconsistente que puso en riesgo la vida de millones.

La promesa de justicia por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa quedó en el aire. A pesar de haber enarbolado esta causa durante su campaña, las investigaciones se estancaron ante la implicación del Ejército, evidenciando los límites del poder presidencial y dejando a las familias en un estado de desilusión.

Los grandes proyectos de infraestructura, como el Tren Maya y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, se han convertido en símbolos de su Cuarta Transformación. Sin embargo, las críticas sobre su impacto ambiental y la falta de consulta a las comunidades afectadas generan dudas sobre su viabilidad y beneficios reales.

La crisis migratoria también ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de México como país de tránsito. La tragedia en Ciudad Juárez, que resultó en la muerte de 39 migrantes, subrayó la falta de una política migratoria humanitaria efectiva y la contradicción entre el discurso humanitario del presidente y la realidad.

Finalmente, la reforma al Poder Judicial y la militarización de la Guardia Nacional plantean preocupaciones sobre la separación de poderes en el país. Aunque la elección popular de jueces podría parecer un avance democrático, también podría abrir la puerta a influencias populistas que amenacen la independencia judicial.

El gobierno de López Obrador ha estado marcado por intentos genuinos de cambio, pero también por errores estratégicos y contradicciones. Su legado, aún en proceso de definición, deja un país dividido y con desafíos significativos que Claudia Sheinbaum deberá enfrentar. La nueva presidenta tiene la tarea de construir sobre lo logrado, corregir los errores y, sobre todo, buscar la reconciliación en un México que parece más fracturado que nunca.

editorial@revistapuntodevista.com.mx

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