En un giro político que ha dejado perplejos a muchos, Nuvia Mayorga y Jorge Carlos Ramírez, dos expriistas que eran conocidos por sus críticas férreas contra el gobierno y el partido Morena, han dado un giro de 180 grados al sumarse al equipo que respalda a Claudia Sheinbaum. Pero el caso más revelador de todos es el de Eruviel Ávila, quien previamente advertía sobre los peligros del populismo y fue calificado, nada menos que por Delfina Gómez, hoy gobernadora del Estado de México, como una persona carente de escrúpulos.
Este martes, varios expriistas, entre ellos los exgobernadores Ávila y José Murat, Ramírez Marín y Mayorga, junto al alcalde de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava, anunciaron la formación de la Alianza Progresista, una iniciativa que busca apoyar a la precandidata de Morena a la presidencia, sin que dicho partido haya solicitado expresamente su respaldo.
El cambio de postura de estos políticos queda al descubierto al revisar sus intervenciones pasadas. Mayorga, por ejemplo, solía emplear un lenguaje contundente al referirse a Morena y al presidente de la República. En octubre de 2022, durante la discusión en el Senado sobre el llamado Plan B para el desmantelamiento del Instituto Nacional Electoral (INE), descalificó a los legisladores de Morena como “oficialía de partes” del Ejecutivo, criticando su tendencia a aprobar iniciativas sin modificación alguna.
“Una vez más estamos discutiendo una serie de reformas hechas al vapor, hechas a modo, sin razonamiento, sin conciencia, sin apego a nuestra Constitución”, expresó Mayorga en aquella ocasión, reprochando a los morenistas que el Plan B buscara acabar con el INE. Según ella, estas instituciones eran costosas pero esenciales “en un régimen autoritario como el que ha estado transitando en nuestro país, heredado del fascismo como lo ha hecho Venezuela, como lo ha hecho Brasil y como ha caído Bolivia”.
Es evidente que Mayorga, junto con otros críticos acérrimos de Morena, consideraba que el grupo mayoritario en el Senado era un “destructivo de las instituciones”. Sin embargo, su participación activa en la Alianza Progresista demuestra que estas críticas quedaron en el pasado.
En un tono similar, Ramírez Marín, en intervenciones previas, reprochó la falta de solidaridad de México con los países de Centroamérica y el Caribe, que son grandes expulsores de migrantes hacia Estados Unidos. Criticó la sumisión del país a las condiciones de Estados Unidos y la falta de congruencia al aceptar la “desvergüenza de ser sus gendarmes”.
La formación de la Alianza Progresista plantea preguntas sobre la coherencia y la sinceridad de estos expriistas en sus posturas políticas. ¿Cómo es posible pasar de críticos feroces a partidarios activos en tan poco tiempo? ¿Cuál es la motivación detrás de este cambio radical? Estas interrogantes, sin duda, merecen una reflexión profunda en medio de un panorama político que, una vez más, nos recuerda que en la arena política, las lealtades y las convicciones pueden ser más volátiles de lo que parece a simple vista.