Enrique Galindo Ceballos, actual alcalde de la ciudad de San Luis Potosí, se encuentra bajo el escrutinio público debido a las acusaciones que lo vinculan al uso indebido de fondos públicos para su beneficio y promoción personal. Tales prácticas, que incluyen la compra de encuestas amañadas y la promoción desmedida de su figura, revelan una marcada tendencia hacia la apropiación indebida del poder político. Estas acciones, especialmente preocupantes en vísperas del inicio de las campañas electorales en el estado, socavan los principios democráticos y erosionan la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
El comportamiento de Galindo Ceballos sugiere una deformación en su concepción del ejercicio del poder, al actuar más como propietario del Ayuntamiento y sus recursos que como un delegatario encargado de cumplir un mandato temporal. Esta actitud desvirtúa el propósito fundamental del servicio público, que es servir a la comunidad y gestionar los recursos en beneficio de todos los ciudadanos, no en beneficio propio o de un grupo selecto.
La preocupante laxitud moral del Alcalde y de sus colaboradores más cercanos alimenta esta espiral de corrupción, donde la búsqueda de “dineros fáciles” prevalece sobre el bien común. La utilización de recursos públicos para promover la reelección de Galindo Ceballos, a pesar de las críticas que lo tachan de ser un alcalde ineficiente e incompetente, refleja una falta de escrúpulos y un desprecio por la ética y la legalidad.
La complicidad de funcionarios de primer nivel del Ayuntamiento y seguidores cercanos que buscan lucrarse fácilmente es igualmente preocupante. Esta red de corrupción y falta de moral solo sirve para enriquecer a unos pocos a expensas del bienestar de la mayoría. Es hora de que la ciudadanía exija responsabilidad y transparencia a quienes ocupan cargos públicos, y que castigue en las urnas a aquellos que traicionan su confianza.
Es necesario que la sociedad y las instituciones pertinentes tomen medidas enérgicas para combatir estas prácticas corruptas que socavan la democracia y el Estado de derecho. La rendición de cuentas y la transparencia deben ser los pilares sobre los cuales se construya una política limpia y responsable. Los ciudadanos merecemos representantes que actúen con integridad y honestidad, no con deshonestidad y abuso de poder.