El 17 de septiembre, es un día que nos invita a recordar una página dolorosa de nuestra historia. Hace 50 años, en 1973, el empresario regiomontano Don Eugenio Garza Sada fue asesinado en un trágico episodio que aún resuena en la memoria colectiva de México. Este hecho, perpetrado por un comando de la Liga Comunista 23 de Septiembre, comandado por Jesús Piedra Ibarra, dejó una profunda cicatriz en la sociedad mexicana.
Eugenio Garza Sada, un nombre que resonaba en el mundo de los negocios y la filantropía, era conocido por su contribución al desarrollo económico y social de nuestro país. Su legado empresarial incluye la fundación del Tecnológico de Monterrey, una institución educativa que ha formado a generaciones de líderes y profesionales. Además, su compromiso con la cultura y el arte se plasmó en la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, el cual sigue siendo un importante referente cultural en la región.
Sin embargo, su vida se vio truncada de manera violenta aquel fatídico día de septiembre. El intento de secuestro por parte de la Liga Comunista 23 de Septiembre, una organización guerrillera de izquierda, puso en evidencia la complejidad de los conflictos políticos y sociales que se vivían en México en aquel momento.
Es importante recordar que este episodio también está vinculado a un nombre de relevancia en la actualidad: Jesús Piedra Ibarra, quien comandó el grupo guerrillero detrás del intento de secuestro y posterior asesinato de Don Eugenio Garza Sada. Jesús Piedra Ibarra es el hermano de Rosario Piedra Ibarra, quien actualmente ostenta el cargo de titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Este vínculo familiar agrega una capa adicional de complejidad a esta historia.
El asesinato de Eugenio Garza Sada marcó un punto de inflexión en la historia de México. Fue un recordatorio amargo de la violencia que puede emerger en momentos de conflicto político y social. A pesar de las diferencias ideológicas y políticas que caracterizaban a aquellos tiempos, la pérdida de un hombre que había contribuido tanto al país fue un hecho que conmovió a la sociedad en su conjunto.
Hoy, a 50 años de aquel trágico suceso, debemos reflexionar sobre el camino recorrido y cómo nuestra nación ha evolucionado desde entonces. México ha experimentado transformaciones significativas en términos políticos, económicos y sociales, y es crucial aprender de nuestra historia para construir un futuro más pacífico y justo.
El legado de Eugenio Garza Sada perdura a través de las instituciones que fundó y el impacto positivo que tuvo en la educación y la cultura de nuestro país. Recordemos su vida y su contribución, y utilicemos esta fecha para renovar nuestro compromiso con la paz, la justicia y el diálogo como herramientas para resolver nuestras diferencias y construir un México mejor para las generaciones futuras.
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