Editorial… Sobre la liquidación y crisis en el PRI

La reciente decisión del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de liquidar parte de su plantilla laboral, anunciada por la dirigente estatal Sara Rocha Medina, refleja una crisis profunda que va más allá de la simple insuficiencia presupuestal. Este movimiento, que podría afectar hasta el 60% de los trabajadores en San Luis Potosí, plantea serias interrogantes sobre la viabilidad y el futuro del partido en un contexto político cada vez más competitivo y desafiante.

En su conferencia de prensa, Rocha Medina expuso que la revisión de la plantilla reveló la existencia de “aviadores”, es decir, personas que cobraban sin desempeñar funciones efectivas para el partido. Este descubrimiento no solo pone en evidencia problemas de gestión interna, sino que también señala una falta de responsabilidad en el manejo de recursos que ha llevado al PRI a esta situación crítica. La dirigente mencionó que se están buscando formas de mitigar el impacto en aquellos trabajadores cercanos a la jubilación, lo que sugiere un intento por manejar la crisis con cierta sensibilidad, aunque esto no elimina las repercusiones negativas para muchos empleados.

La liquidación de personal no es simplemente una cuestión administrativa; es un reflejo del estado actual del PRI y su capacidad para adaptarse a un entorno político en transformación. La falta de recursos se agrava por el hecho de que el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (Ceepac) no ha cumplido con sus aportaciones públicas, lo que acentúa aún más la precariedad financiera del partido. Esta situación podría interpretarse como un síntoma del desgaste del PRI, que enfrenta una pérdida de relevancia en el panorama político mexicano.

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Además, la crítica hacia algunos servidores públicos que han disfrutado de los beneficios del cargo sin contribuir al partido resalta una desconexión entre los líderes y las bases. La percepción de que algunos se benefician sin rendir cuentas puede erosionar aún más la confianza del electorado en una institución ya debilitada. En este sentido, el PRI debe reflexionar sobre su estructura interna y cómo puede recuperar la credibilidad ante sus militantes y simpatizantes.

La decisión del PRI de reducir su plantilla laboral es un llamado a la reflexión sobre las prácticas internas y la gestión financiera del partido. Si bien es comprensible que se tomen medidas drásticas ante la falta de recursos, estas deben ir acompañadas de un plan claro para revitalizar al partido y reconectar con sus bases. La transparencia en el manejo de recursos y una mayor rendición de cuentas son esenciales para reconstruir la confianza perdida.

El futuro del PRI dependerá no solo de su capacidad para manejar esta crisis inmediata, sino también de su habilidad para adaptarse a las nuevas realidades políticas y sociales en México. Sin un cambio significativo en su estructura y estrategia, el partido podría enfrentar un destino similar al de otros grupos políticos que han desaparecido tras perder su relevancia.

editorial@revistapuntodevista.com.mx

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