Editorial… Sobre los excesos que juraron abolir

Hay una frase que en política suele repetirse: “el poder revela lo que realmente somos”. Morena llegó al gobierno con la bandera de la austeridad, asegurando que sus cuadros jamás caerían en los excesos de aquellos a quienes tanto criticaron. Hoy, los hechos cuentan otra historia: viajes a destinos de lujo, cenas en restaurantes europeos, hoteles de cinco estrellas y políticos que presumen ropa de diseñador. ¿No era esto precisamente lo que habían prometido desterrar?

No estamos hablando de un caso aislado. Son varios los dirigentes que han sido exhibidos disfrutando comodidades que contrastan brutalmente con la realidad de millones de mexicanos. Andrés Manuel López Beltrán vacacionando en Tokio, Ricardo Monreal y Mario Delgado probando la alta cocina en Oporto y Madrid, Layda Sansores paseando en Ámsterdam, Sergio Gutiérrez Luna y su esposa Diana Karina Barreras mostrando vestimentas de miles de pesos… la lista crece y con ella la indignación.

Lo más preocupante no es el lujo en sí mismo —al fin y al cabo, cada quien puede gastar su dinero como quiera— sino la traición a un principio que Morena convirtió en estandarte: la austeridad republicana. Esa promesa de vivir sin privilegios, de gobernar con modestia, de poner el ejemplo. Hoy, lo que vemos es un movimiento que corre el riesgo de convertirse en lo mismo que juró combatir.

Tan grave es el asunto que la propia presidenta del partido, Luisa María Alcalde, tuvo que salir a pedir a sus compañeros que dejaran de presumir su opulencia. ¿En qué momento Morena necesitó un regaño público para recordarles a sus dirigentes que la humildad no era un simple eslogan, sino un compromiso con los ciudadanos?

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La oposición, por supuesto, ha hecho fiesta con cada foto y cada viaje. Pero lo verdaderamente doloroso es el desencanto entre la gente que confió en Morena como una alternativa ética. Cuando los votantes ven a sus líderes disfrutar de privilegios tan lejanos a su vida cotidiana, lo que sienten es traición.

El desgaste es evidente. La congruencia es la moneda más cara en política, y Morena la está gastando de manera irresponsable. Porque la austeridad no se predica en discursos: se practica. Y cuando los dirigentes del partido se pasean por el mundo con relojes, hoteles y banquetes de lujo, lo único que dejan claro es que el poder los cambió.

Morena debe reaccionar ya, antes de que el discurso de la Cuarta Transformación se derrumbe definitivamente. Porque de nada sirve hablar de justicia social, de abrazar al pueblo y de rechazar los privilegios, si las imágenes que circulan cuentan una historia muy distinta.

En este 2025, Morena no solo enfrenta a la oposición, enfrenta a su propio reflejo. Y ese espejo es cruel: muestra un partido que, en lugar de encarnar la esperanza de millones, empieza a parecerse demasiado a lo que prometió cambiar.

editorial@revistapuntodevista.com.mx

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