
MRS / Revista Punto de Vista / 28 de Enero 2025
La palabra “chaqueteo” ha sido un término recurrente en la política latinoamericana, especialmente en países como México. Se refiere al comportamiento de los políticos que cambian fácilmente de partido o de ideología, lo que a menudo se considera una traición a sus principios originales o a sus votantes. La legalidad de esta práctica y su motivación son motivo de acalorados debates.
Para entender el “chaqueteo” es importante considerar el contexto político y social en el que surgió. En muchos casos, el sistema político latinoamericano es extremadamente inestable, con partidos que se dividen constantemente y coaliciones que se reorganizan constantemente. En este contexto, el chaqueteo puede considerarse una estrategia de supervivencia. Los políticos pueden cambiar de partido para mantener su influencia, influir en las políticas desde una nueva plataforma o incluso alinear sus intereses personales con los de un partido más fuerte o más prometedor.
Pero desde la perspectiva de los votantes, la “transgresión” a menudo se considera traición. Los votantes que apoyan a un político por sus ideas y afiliación partidaria pueden sentirse abandonados y engañados cuando éste decide cambiar de posición. Este sentimiento de traición es particularmente pronunciado en sociedades que valoran la lealtad y la conformidad ideológica.
Un caso clásico de chaqueteo es el de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México. López Obrador comenzó su carrera política en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), para luego pasar al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y finalmente fundar su propio partido, el Partido Morena. A lo largo de estos cambios, ha sido coherente en su retórica contra la corrupción y la injusticia social. Sin embargo, su cambio de afiliación es criticado como una medida oportunista más que un verdadero desarrollo ideológico.
Desde otra perspectiva, el chaqueteo también puede interpretarse como una adaptación necesaria a las realidades políticas cambiantes. Los partidos políticos evolucionan y sus plataformas pueden desviarse de los valores y objetivos que inicialmente atrajeron a ciertos políticos. En tales casos, cambiar de bando puede reflejar la integridad de una persona y su negativa a comprometer los principios en los que cree.
Por lo tanto, el chaqueteo político plantea una pregunta fundamental sobre la naturaleza del liderazgo político: ¿es la lealtad al partido más importante que la adhesión a los propios principios y creencias? La respuesta a esta pregunta puede variar según el contexto y las percepciones de los votantes. En las democracias maduras, donde los partidos políticos tienen plataformas claras y estables, el chaqueteo podría considerarse traición. Por el contrario, en sistemas políticos más inestables, puede verse como una estrategia necesaria para influir y lograr cambios significativos.
El fenómeno político del chaqueteo en México es complejo y refleja tanto la inestabilidad del sistema político como la tensión entre la lealtad partidista y la integridad personal. Aunque los casos a menudo se ven de forma negativa, es importante comprender las circunstancias y las motivaciones detrás de cada caso para apreciar plenamente su impacto e importancia.