El fallecido Alfredo Ríos Galeana tuvo más fugas que “El Chapo”

El famoso criminal Alfredo Ríos Galeana, conocido como el “enemigo público número uno” de México en la década de los 80, murió a causa de una sepsis a mediados de diciembre del año pasado, informaron fuentes del gobierno federal.

Se encontraba cumpliendo una sentencia en el Penal de Máxima Seguridad de El Altiplano, en el Estado de México, pero su deceso, a los 70 años de edad, se registró en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde estuvo internado luego de que se le diagnosticara la infección que lo mantuvo delicado de salud por varios días, según funcionarios del Sistema Penitenciario consultados por EL UNIVERSAL.

Conocido como El Feyo o El Charro del Misterio fue el asaltabancos, homicida y secuestrador más peligroso y violento de su época; se le catalogó como un hombre presumido, con gusto por el canto.

Se le atribuyen más de 100 asaltos a bancos y casas en la Ciudad de México, Estado de México, Querétaro, Morelos, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala, con su banda, integrada por Andrés Caletri, a la postre uno de los secuestradores más sanguinarios. Se calcula que obtuvo montos cercanos a los mil millones de viejos pesos.

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Ríos Galeana también fue culpable de asesinar a policías e integrantes de bandas rivales, lo que lo llevó en su momento a estar en la cúspide de la criminalidad.

“Déjenme decirles que Jesús cambió mi vida. Por él me retiré de esto. A Dios le pedí perdón y él me perdonó. Dios me transformó. Dios me cambió… soy evangelista”, soltó Ríos Galeana al ser deportado a México por autoridades de Estados Unidos, que lo detuvieron en 2005, tras permanecer varios años prófugo de la justicia.

El delincuente nació en 1950, en Arenal de Álvarez, Guerrero, y se dice que llegó a la edad de 17 años a la Ciudad de México, donde se enlistó en el Ejército, en donde fue sargento segundo de la Brigada de Fusileros Paracaidistas; después pasó a formar parte de la policía del Estado de México.

Según información periodística disponible, en la década de los 70 ingresó como agente y llegó a ser comandante del Batallón de Radiopatrullas del Estado de México (Barapem), escisión que fue creada para la protección de bancos, pero que después desapareció al ser penetrada por la corrupción.

Como agente del Barapem, Ríos Galeana cometió sus primeros robos, que lo convirtieron en el delincuente más famoso y buscado por autoridades de la época, en especial por el entonces jefe del Departamento de Policía y Tránsito del DF, Arturo Durazo Moreno, quien lo declaró “el enemigo público número uno”.

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Con su propia banda, especializada en robo de bancos y secuestro, Ríos Galeana tejió redes de complicidad con autoridades que le brindaron protección; sin embargo, en 1974 ingresó a la expenitenciaría conocida como Lecumberri, por los delitos de asociación delictuosa y robo, para después ser trasladado al Reclusorio Oriente. Dos años después obtuvo su libertad.

En agosto de 1981 fue nuevamente detenido, esta vez en Hidalgo, donde logró darse a la fuga del Centro de Readaptación Social de la ciudad de Pachuca, el 18 de diciembre de 1982.

Luego de la fuga, El Charro del Misterio siguió sumando ilícitos a su historial delictivo, perpetrando asaltos en Hidalgo, Estado de México, Puebla y Tlaxcala, acompañado de su banda de alta peligrosidad y de Leonardo Vera Montiel, considerado en ese entonces su brazo derecho.

De acuerdo con la información periodística disponible, durante un asalto al Banco de Cédulas Hipotecarias en la Ciudad de México, ocurrido en 1983, Ríos Galeana fue aprehendido de nuevo e ingresado a la penitenciaria de Santa Martha Acatitla de la capital del país, de donde escapó meses después con ayuda de custodios del penal y policías preventivos.

Al ser presentado a la prensa, Ríos Galeana dijo: “Soy muy inteligente y mi captura no fue por error, sino por un chivatazo de uno de los elementos de mi banda. Cuando salga de la cárcel creo que continuaré con mis actividades delictivas”.

Además, expresó unas palabras de reconocimiento al comandante José Luis Aranda Zorrivas, quien lo capturó: “Soy muy inteligente, pero él lo fue más que yo, y eso hay que reconocerlo. Nadie debe pararse el cuello con mi detención; el comandante tuvo perseverancia, destejió la madeja y llegó a mí”.

En noviembre de 1986, el líder criminal se fugó del Reclusorio Sur cuando un comando formado por siete hombres y tres mujeres se presentó en las oficinas del Juzgado 33, estalló una granada y robó los vehículos de las personas que ahí estaban.

Se refugió en la ciudad de Los Ángeles, California, donde se dedicó al mantenimiento de pisos y se volvió un hombre religioso, que decía: “Jesús cambió mi vida”.

Tras 19 años de estar prófugo, en 2005 fue detenido en Estados Unidos, país que lo deportó y entregó a la entonces Agencia Federal de Investigación (AFI).

Fue ingresado al Penal de Máxima Seguridad de El Altiplano y en 2015 fue condenado a 25 años de prisión por el delito de homicidio, sentencia que ya no cumplió.

Fuente: http://www.eluniversal.com.mx

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