MRS / Revista Punto de Vista / 16 de Octubre 2024
El conflicto por el suministro de agua en Soledad de Graciano Sánchez es un reflejo preocupante de la mala gestión y la desidia política que se ha extendido por años en el estado. Mientras el Alcalde, Juan Manuel Navarro Muñiz, recurre a medidas emergentes para mitigar la falta de agua en las colonias más afectadas mediante pipas, lo que subyace es un problema estructural mucho más profundo: la falta de coordinación, transparencia y compromiso por parte de INTERAPAS, el organismo encargado de la distribución de agua en la región.
El Secretario General del Ayuntamiento de Soledad, Benjamín Pérez Álvarez, ha expuesto con claridad lo que parece ser una política de segregación institucional por parte del director de INTERAPAS, José Antonio Lugo Álvarez. Según Pérez Álvarez, este organismo ha tratado al municipio como una entidad de “tercera o quinta categoría”, relegando las necesidades básicas de miles de ciudadanos, mientras en otras zonas se asegura que la situación está bajo control. La denuncia de que Lugo Álvarez habría engañado al alcalde de la capital, Enrique Galindo, asegurando que todos los pozos funcionan correctamente, añade un nivel de gravedad a la situación. Si el organismo encargado del agua no es honesto ni con la máxima autoridad de su propia junta de gobierno, ¿qué garantías tienen los ciudadanos de que se están tomando decisiones basadas en la realidad?
Este tipo de desinformación, como bien señala Pérez Álvarez, erosiona la confianza entre los municipios y sus ciudadanos, afectando no solo la relación institucional, sino, lo más importante, la calidad de vida de los habitantes de Soledad. No estamos hablando de un servicio accesorio, sino de un derecho fundamental: el acceso al agua. En un país donde el agua es cada vez más escasa y su gestión más compleja, es inadmisible que los ciudadanos de Soledad se vean obligados a depender de pipas contratadas por el propio municipio para suplir las deficiencias de un organismo cuya función principal es garantizar el acceso constante a este recurso.
La negligencia de INTERAPAS no es un fenómeno reciente. Según Pérez Álvarez, las deficiencias en el suministro de agua llevan más de seis años afectando al municipio, con una notable agravación en los últimos tres. Sin embargo, lo que resulta más alarmante es la falta de respuesta por parte de INTERAPAS ante los cuestionamientos del Ayuntamiento de Soledad. ¿Cómo es posible que, tras solicitar información detallada sobre los pozos en operación, no se haya recibido una respuesta clara? Este silencio institucional es un reflejo de la opacidad y falta de responsabilidad que rodea a la gestión del agua en la región.
La decisión del alcalde Navarro Muñiz de implementar un plan emergente es un paso necesario, pero insuficiente para resolver el problema de fondo. Las pipas son una solución temporal para un problema crónico. La verdadera solución pasa por una reestructuración total de la gestión del agua en la región, una mayor transparencia por parte de INTERAPAS y, sobre todo, un trato justo e igualitario para todos los municipios, sin importar su tamaño o ubicación.
La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo tendrá que soportar Soledad esta segregación? Si el agua es un derecho humano, como lo reconocen organismos internacionales y la propia legislación mexicana, es inaceptable que un municipio entero sea tratado con tal desprecio. La justicia en el acceso a los recursos no debe depender de la voluntad o los intereses de un organismo, sino de un compromiso firme con el bienestar de la población.
Es hora de que INTERAPAS responda a los llamados de Soledad y asuma su responsabilidad. De lo contrario, la acción del Ayuntamiento será un recordatorio constante de que, cuando el Estado falla, son los gobiernos locales quienes deben tomar las riendas. Y aunque esto puede ser un alivio temporal, no es la solución a largo plazo que los soledenses merecen.