El pasado 18 de junio, autoridades federales descubrieron en Coatzacoalcos, Veracruz, una refinería clandestina que operaba con cerca de 500 000 litros de crudo robado sin permisos, produciendo diésel, nafta, solventes y combustóleo en instalaciones improvisadas. Este hallazgo, que ocurrió en el marco de un operativo coordinado entre la Guardia Nacional, la Secretaría de Seguridad, la Marina, el Ejército, Pemex y la Fiscalía General de la República, representa un duro golpe al delito del huachicol fiscal.
La presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que las investigaciones avanzarán “tope a donde tope” y advirtió que no se protegerá a nadie implicado, incluso si hay personal de Pemex o ingenieros químicos vinculados. Recalcó que la complejidad técnica del sitio sugiere indicios de colusión, y que la investigación buscará esclarecer responsabilidades y nexos con la petrolera estatal.
Adicionalmente, Omar García Harfuch confirmó que esta mini‑refinería fue detectada gracias a labores de inteligencia y sobrevuelos, subrayando el riesgo ambiental que representaba el sitio ilegal. Aunque no se han realizado aún detenciones, las autoridades informaron que también incautaron más de 1.2 millones de litros de hidrocarburos en Nuevo León, como parte de una serie de operativos recientes.
Este operativo se inscribe en la estrategia gubernamental para combatir el robo y adulteración de combustible en México, un problema que afecta directamente a Pemex y a la economía nacional. El caso de Veracruz pone en evidencia no solo la sofisticación de estas redes clandestinas, sino también la posible implicación de actores internos. La investigación continuará con la meta de desmantelar las estructuras ilegales y llevar ante la justicia a los responsables.
