MRS / Revista Punto de Vista / 29 de julio 2025
La creciente presencia de figuras extranjeras en la política mexicana no es un fenómeno espontáneo ni anecdótico. Forma parte de una red transnacional sofisticada que respalda ideológica, mediática e institucionalmente el proyecto de la autodenominada Cuarta Transformación. Lejos de ser hechos aislados, estas acciones responden a una operación coordinada que actúa en cuatro frentes clave: narrativa mediática, captura institucional, refuerzo ideológico y movilización de bases.
Pablo Iglesias, exlíder de Podemos, no desembarcó en México como un mero observador. Con la instalación de Canal RED, replica el modelo mediático que le permitió conquistar el poder en España: confrontación directa, simplificación discursiva y creación de enemigos públicos. Su objetivo no es informar, sino construir trincheras ideológicas para defender la narrativa de la 4T y desgastar cualquier oposición.
El Fondo de Cultura Económica, bajo el mando de Paco Ignacio Taibo II, ha dejado de ser una institución del Estado para transformarse en una plataforma ideológica. Publica y difunde autores alineados con el proyecto obradorista, marginando voces críticas o plurales. Lo mismo sucede con la SEP, donde Sady Loaiza —exportado desde el chavismo venezolano— ha tenido un papel protagónico en el rediseño de libros de texto, impregnándolos de una visión política clara y excluyente.
Ningún movimiento ideológico puede sostenerse sin una narrativa académica que lo justifique. Ahí entra el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), comandado por Alfredo Serrano Mancilla. Sus estudios y análisis no solo validan las políticas de la 4T, sino que las enmarcan dentro de una cruzada histórica por la justicia social, aunque eso implique ignorar realidades incómodas como la inseguridad, la corrupción o el estancamiento económico.
Abraham Mendieta, asesor de Morena, actúa como escudero ideológico en medios y redes sociales. Su papel no es técnico, es de combate. Pese a violar el Artículo 33 constitucional, su permanencia normaliza la injerencia extranjera. Katu Arkonada, con un pasado vinculado a la Izquierda Abertzale y presuntos vínculos con la inteligencia cubana, organiza a las bases de Morena y las entrena para reproducir la narrativa oficial. Su poder persiste incluso frente a acusaciones graves, evidenciando que en este movimiento la lealtad política se antepone a cualquier ética personal o institucional.
El recibimiento a Arnaldo Otegi, exintegrante de ETA, por parte de figuras como Cuauhtémoc Cárdenas, no fue un desliz diplomático, sino un acto de legitimación. Para Otegi, significó un blanqueamiento de su imagen internacional; para la 4T, la oportunidad de estrechar lazos con sectores radicales de la izquierda europea. Una alianza que trasciende fronteras y que busca consolidar un bloque ideológico global.
La operación de esta red transnacional tiene consecuencias profundas:
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Erosión de la soberanía: El artículo 33 constitucional se ha vuelto inoperante. La injerencia extranjera ya no se disimula, se institucionaliza.
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Polarización extrema: Se ha importado un modelo de confrontación permanente que anula el debate democrático y siembra odio entre ciudadanos.
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Politización total: La cultura y la educación, pilares de cualquier sociedad libre, se han convertido en herramientas al servicio de una facción política.
La Cuarta Transformación no actúa sola. Se alimenta y se fortalece gracias a una red internacional que le proporciona estrategia, legitimidad y militancia. México no está viviendo un proceso aislado, sino que forma parte de una reorganización ideológica global que busca controlar las instituciones, modelar las conciencias y perpetuar una visión única del poder.
No es paranoia. Es geopolítica.
