Los huachicoleros trabajan en Pemex y en todo el gobierno federal

En donde Pemex tenga una refinería, una planta, un ducto, los huachicoleros han existido siempre. En Poza Rica, Tampico, en el Mante, Reynosa, Laredo, especialmente en la Cuenca de Burgos. Hace décadas que robar gasolina, diésel, combustóleo, forma parte de las prestaciones de los burócratas de Pemex. No es ninguna novedad. Era casi una concesión al sindicato. Y la práctica se mantiene vigente.

Líderes petroleros como los actuales y los legendarios como Salvador “Chava” Barragán, engordaban sus cuentas bancarias con las ganancias que obtenían del huachicol. Y a eso habría que sumarle las aportaciones y las cuotas excesivas que le  bajaban a los sindicalizados. Eso era aparte. Todos sumaban. Luego, lo consumían por la parte baja y por las narices en sus fiestas y orgías privadas en Las Vegas.

No es un secreto el descarado robo de combustible, para venderlo más barato, por abajo del agua, a las empresas privadas. Buena parte de las gasolineras en varios estados, desde los años setenta, venden gasolina adulterada, pero también gasolina que reciben de pipas de Pemex, que suministran directamente al mercado negro. Obvio, se paga al contado, en efectivo, sin recibo.

El crimen organizado, el narcotráfico,  no inventó el negocio ilícito de la ordeña de ductos ni del robo de hidrocarburos. Los cárteles simplemente se montaron en la red de corrupción que ha operado desde siempre. No metieron mano a la misma caja chica: la hicieron más grande. Involucraron a más autoridades públicas. Así se financiaron campañas presidenciales, candidatos a gobernadores, a alcaldes, a senadores y diputados federales. Lo mismo del PRI, del PAN que de los demás partidos. Ninguno está ajeno.

No fue un Pemexgate solamente; han sido cientos, miles de Pemexgates que se han quedado en el olvido intencionado. Los sobornos no han sido sólo de Odebrecht. Las adjudicaciones amañadas no son flores negras de un día. “El Triangulo Rojo del Huachicol”, tan comentado últimamente, en realidad abarca el país entero. La corrupción en Pemex no es marginal: es sistémica. No es nada más la culpa de la esposa de un alcalde poblano. Es todo el sistema político mexicano, en sus tres niveles de gobierno.

Por eso AMLO debe ser terminante pero andar con tiento. Pisa un campo minado. Y uno como ciudadano, como crítico objetivo, no puede menos que apoyarlo en las medidas que tome para combatir este grave mal. Ante esto, lo del desabasto de combustible en varios estados es un problema secundario, así quieran magnificarlo los periodistas contrarios al Presidente.

 

Fuente: sdpnoticias.com

Salir de la versión móvil