En medio de la turbulencia que enfrentan los pueblos indígenas en Chiapas, hombres y mujeres mayas tzotziles llevaron a cabo un viacrucis el Viernes Santo para rogar por la paz en la región. A pesar de los desafíos, la comunidad se congregó en una demostración de fe y esperanza, buscando la transformación de su realidad marcada por la violencia y los desplazamientos forzados.
El párroco de la iglesia de San Pablo Chalchihuitán, José Elías Hernández, destacó la importancia de este acto religioso como una forma de unir el sufrimiento de la comunidad con la Pasión de Cristo, buscando consuelo y renovación en medio de la adversidad.
Acompañados por autoridades tradicionales, fieles católicos y santos barones, los mayas tzotziles recorrieron los 14 puntos sagrados de su pueblo, representando la Pasión de Cristo y renovando su compromiso con la fe. Aunque enfrentan desafíos como el alcoholismo y la pobreza, la comunidad se aferra a sus tradiciones con determinación y esperanza en tiempos difíciles.
El viacrucis culminó con una misa y la colocación de la imagen de Cristo en una tumba, custodiada por niños llamados Ángeles, hasta la resurrección. Para los habitantes de Chalchihuitán, este acto no solo representa una tradición religiosa, sino también un mensaje de consuelo y solidaridad en medio de las necesidades que enfrentan.
La comunidad tzotzil culmina la Semana Santa con una vigilia, esperando la resurrección de Cristo y encendiendo un sirio en anticipación a este momento de renovación y esperanza.
