Monreal y Haces ahogan el discurso de austeridad en Champaña

MRS / Revista Punto de Vista / 21 de julio 2025

El pasado 19 de julio, Madrid fue testigo de un espectáculo que hiere la credibilidad de la política mexicana. Una fiesta lujosa, de esas que llenan páginas de sociales, se celebró en honor a Pedro Haces, líder de CATEM y diputado federal de Morena. Pero el verdadero protagonista de la velada fue otro: Ricardo Monreal, también diputado de Morena, quien no solo encabezó la lista de invitados, sino que eligió alojarse en el emblemático Hotel Villa Magna, donde una noche ronda los 750 euros.

La imagen es tan obscena como reveladora: Monreal, figura clave del partido que gobierna bajo la bandera de la “austeridad republicana” y la “primero los pobres”, descansa en un lecho de lujo europeo. Surgen preguntas incómodas e inevitables: ¿Quién pagó el vuelo? ¿Quién sufragó esa estancia regia? ¿Acaso fue el erario, ese mismo que exige sacrificios al pueblo? ¿O son los frutos de relaciones empresariales y sindicales que florecen bajo el amparo del poder?

El problema no es la riqueza personal. El problema es la doble moral descarada, el cinismo institucionalizado. Son los mismos políticos que predican austeridad a rajatabla para el ciudadano común, para los programas sociales y para los funcionarios menores, mientras critican con saña a los políticos del pasado que viajaban a España —al grado de exigir disculpas del Rey por agravios históricos—, pero al mismo tiempo se presentan como paladines de los humildes mientras acumulan fortunas y latifundios, como el propio Monreal, gracias a décadas de influencia política.

¿Qué es 750 euros para Monreal? Probablemente, migajas. El verdadero escándalo es que ese gasto sea posible para quien se sienta en el Congreso a legislar sobre la economía de millones de mexicanos que no ven 750 euros en meses. Es la ostentación como burla a quienes creyeron en un cambio de fondo.

Lee:  Doña Carmen: ¡La Comisión del 'Zoomazo'!

Monreal, cansado de “aparentar ser pobretón”, anuncia su retiro de la vida política para “vivir a lo grande”. La confesión implícita es letal: reconoce que su discurso era fachada, que la vida frugal fue un disfraz necesario para una carrera de 40 años alimentada del presupuesto público y los favores del poder. “Ni modo que todo lo acumulado se lo coman los gusanos”, parece ser el lema. La acumulación, al fin, justifica la traición al relato.

Y queda la inquietante pregunta del vuelo: ¿Por qué Madrid y no Estados Unidos? ¿Simple preferencia europea? ¿O será, como muchos especulan, que algunos nombres en esa lista de invitados no pueden poner un pie en suelo estadounidense sin enfrentar interrogantes incómodas de las autoridades migratorias? La sombra de las investigaciones internacionales planea sobre ciertos estilos de vida financiados de manera opaca.

Esta fiesta en Madrid no es un evento aislado. Es un síntoma de una enfermedad profunda: la metamorfosis de un proyecto que prometió barrer la corrupción y la opulencia, solo para reproducirlas con nuevo uniforme. Es la consagración de una élite que usa la retórica de la izquierda para blindar sus privilegios de derecha.

Mientras el cava español corría en honor a Haces y bajo la mirada cómoda de Monreal, en México la austeridad siguió siendo una carga solo para los de abajo. La fiesta terminó, pero el mal sabor de la hipocresía perdura. Y cada euro gastado en el Villa Magna es un recordatorio: para algunos, la Cuarta Transformación solo fue la transformación de sus cuentas bancarias.

El lujo de unos pocos en Madrid es la burla a la esperanza de muchos en México. La pregunta que queda resonando es: ¿Hasta cuándo?

mrenzi@revistapuntodevista.com.mx

Nota Completa
Recomendamos leer...
Close
Back to top button