Morena y sus verdades incómodas

MRS / Revista Punto de Vista / 11 de Febrero 2025

Cualquiera que observe la frenética campaña de afiliaciones de Morena podría pensar que se trata de un partido modelo: disciplinado, cohesionado y comprometido con su base. Las fotografías de gobernadores, legisladores y funcionarios posando junto a Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Organización del partido, inundan diariamente las redes sociales. Son imágenes que, en teoría, reflejan un movimiento en sintonía con la ciudadanía, dispuesto a renovarse y a escuchar. Pero tras el telón de la propaganda, surgen preguntas incómodas: ¿es esto realmente un ejercicio de democratización interna o una maniobra calculada para controlar el tablero político?

El ritual es repetitivo: un funcionario o líder local aparece en público, firma su adhesión a Morena —o renueva su membresía— y se fotografía con el equipo de López Beltrán como prueba de fe partidista. No es un acto trivial. Fuentes internas revelan que existen cuotas estatales impuestas a los gobernadores morenistas para inflar el padrón. Es decir, no se trata de espontaneidad, sino de una meta cuantificable. Cada firma es un número que, más allá de simular vitalidad, busca construir una base de datos útil para movilizar respaldos en momentos clave.

Este afán por mostrar unidad no es casual. En junio habrá la elección de magistrados del Poder Judicial de la Federación, un proceso que, en teoría, debería ser ajeno a la injerencia partidista. Sin embargo, la realidad es otra: los partidos, incluido Morena, tienen la facultad de nominar candidatos. Y aquí radica el meollo: un padrón ampliado y disciplinado no solo sirve para ganar elecciones populares, sino para influir en la conformación de instituciones que, por definición, deberían ser autónomas.

La retórica oficial insiste en que Morena es un partido “diferente”, alejado de las prácticas clientelares del pasado. No obstante, la obsesión por acumular afiliaciones —y exhibirlas como trofeos— revela una lógica similar a la de sus antecesores: el tamaño del padrón se traduce en influencia, no solo electoral, sino en la capacidad de permear otros espacios de poder. Si los jueces y magistrados son elegidos con base en lealtades partidistas, ¿qué queda de la división de poderes?

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El riesgo es evidente: la judicialización de la política y la politización de la justicia. Morena, al igual que otros partidos, parece entender que controlar las instituciones desde adentro es tan importante como ganar votos. La diferencia está en la escala: mientras otros partidos operaban en la opacidad, Morena lo hace a plena luz del día, convirtiendo cada acto de afiliación en un mensaje de fuerza.

Detrás de la fachada de participación ciudadana, hay un centralismo inquietante. Las afiliaciones masivas, impulsadas desde la cúpula, no necesariamente reflejan diversidad de opiniones ni debates internos. Por el contrario, sugieren un mecanismo de control vertical: los líderes estatales y locales deben cumplir metas para mantener su lugar en la estructura, mientras los simpatizantes se convierten en cifras al servicio de una maquinaria.

Esto no es organización; es estrategia pura. Y aunque es legítimo que un partido busque consolidarse, el método plantea dudas sobre su compromiso real con la democratización. ¿De qué sirve un padrón millonario si sus integrantes no tienen voz en las decisiones cruciales?

Morena ha logrado construir un relato de movimiento popular y transformador. Sin embargo, sus acciones recientes exponen una paradoja: para mantenerse en el poder, recurre a prácticas que criticó en sus adversarios. La hiperactividad por afiliar no es síntoma de salud democrática, sino de una ambición por controlar todos los resortes del Estado, incluso aquellos que deberían ser neutrales.

Si el partido en el gobierno realmente aspira a un cambio estructural, debería empezar por transparentar sus procesos internos y respetar la independencia de las instituciones. De lo contrario, su discurso de renovación quedará reducido a otro capítulo en la vieja historia del poder por el poder.

mrenzi@revistapuntodevista.com.mx

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