En un esfuerzo por abordar la creciente inseguridad en diversas regiones de México, líderes de la Iglesia católica, incluyendo al cardenal y obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi Esquivel, han buscado establecer diálogos con líderes del crimen organizado. El objetivo, según Arizmendi, no es pactar conveniencias personales, sino persuadir a los delincuentes de cambiar su estilo de vida y respetar la integridad de las personas y sus propiedades.
El cardenal ha afirmado haber mantenido conversaciones con líderes locales de la delincuencia organizada en varios municipios, destacando la importancia de buscar alternativas que vayan más allá de las quejas contra el gobierno. A pesar de reconocer que no se pacta con cárteles, se enfatiza la intención de convencer a estos grupos de abandonar actividades delictivas.
El contexto de la región de Tierra Caliente, donde prevalece la influencia del cártel de La Familia Michoacana, destaca la urgencia de abordar la problemática, evidenciada por la violencia reciente en lugares como Texcapilla. Los campesinos y pequeños comerciantes son los más afectados, enfrentándose a extorsiones que los llevan a cerrar negocios y abandonar sus hogares por temor a represalias.
La propuesta de dialogar con criminales para buscar la paz ha sido respaldada por el arzobispo de la Arquidiócesis de Toluca, Raúl Gómez González, quien sugiere que el gobierno del Estado de México considere esta estrategia. Destaca la importancia de mantener fuentes de trabajo para evitar que las personas se vean obligadas a unirse a grupos delictivos por falta de alternativas.
Este enfoque de diálogo con criminales ha sido implementado en otras regiones, como Guerrero, donde líderes religiosos han buscado acuerdos de paz con criminales. La iniciativa, aunque controvertida, destaca la necesidad de explorar diferentes vías para abordar la compleja problemática de la inseguridad en el país.
