MRS / Revista Punto de Vista / 22 Julio 2023
En un país donde la política está marcada por la polarización y la confrontación, resulta decepcionante ver cómo incluso los partidos de oposición, cuyo deber debería ser representar un contrapeso al gobierno en turno, se ven inmersos en divisiones internas y descalificativos mutuos. Lamentablemente, esta situación se ha hecho nuevamente evidente en el Partido Acción Nacional (PAN), donde recientemente se suscitaron incidentes de violencia política de género y ataques personales entre sus miembros.
En el centro de la polémica se encuentra el Diputado federal panista Xavier Azuara, quien, en un video, utilizó el término “payasa” para referirse a la precandidata Xóchitl Gálvez y a sus seguidores. Independientemente de las diferencias políticas o las aspiraciones de cada miembro del partido, el uso de un lenguaje irrespetuoso y despectivo no solo es inaceptable, sino que también demuestra una falta de capacidad para sostener un debate político maduro y constructivo.
Además del episodio protagonizado por Azuara, también se ha reportado que el equipo de Santiago Creel, junto con sus simpatizantes, ejerció violencia política de género contra Xóchitl Gálvez, quien al parecer es la mejor posicionada entre los aspirantes a la candidatura presidencial del llamado “Frente Amplio por México”. La violencia política de género es una realidad que aún persiste en la sociedad, y es deber de todos los actores políticos trabajar para erradicarla y garantizar un ambiente equitativo y respetuoso para las mujeres en la política.
Resulta evidente que estas acciones han desencadenado una fractura interna dentro del PAN, lo cual es particularmente preocupante, considerando que una oposición sólida y cohesionada es fundamental para fomentar un equilibrio de poder en el país. Si bien es natural que existan diferencias de opinión dentro de cualquier partido, los ataques personales y la descalificación pública solo debilitan la credibilidad y la capacidad del PAN para presentar alternativas sólidas en las próximas elecciones.
Esperábamos que, después de una contienda electoral y de una estrepitosa derrota, el PAN se uniera en torno a sus principios y valores fundamentales para construir una oposición comprometida y responsable. Sin embargo, lo que hemos presenciado es lo contrario: divisiones internas, rivalidades y una dinámica destructiva que únicamente beneficia al gobierno en el poder.
México merece de una oposición fuerte y propositiva, que pueda fiscalizar y cuestionar al gobierno de manera constructiva. Sin embargo, las desavenencias internas y los ataques entre compañeros de partido no hacen más que alejar a la sociedad de la confianza en sus representantes políticos. Es hora de que los líderes del PAN reflexionen sobre el camino que están tomando y que prioricen la unidad y la colaboración interna por encima de los intereses personales y las rivalidades.
El PAN tiene el potencial de ser un actor relevante en el escenario político, pero para lograrlo debe mostrar coherencia y compromiso con sus principios, dejando a un lado los descalificativos y concentrándose en construir una plataforma sólida que responda a las necesidades de la ciudadanía. De lo contrario, seguirá contribuyendo a una oposición fragmentada que poco aporta al país y que se distancia cada vez más de ser una verdadera alternativa para el bienestar de todos los mexicanos. Xavier Azuara, Santiago Creel, sus simpatizantes y todos los panistas en general deben de entender que la política del insulto y la confrontación solo nos lleva a un México más dividido y enconado.
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