MRS / Revista Punto de Vista / 31 de Octubre 2023
El paso del huracán Otis por la costa mexicana ha dejado una huella de destrucción y desolación en su camino. Mientras las comunidades luchan por recuperarse de los estragos causados por este fenómeno natural, se ha vuelto evidente que, una vez más, la política y el periodismo se entrelazan en una narrativa que desafía la realidad.
En medio de la tragedia que ha azotado a Acapulco y sus alrededores, se ha observado un lamentable fenómeno: la presencia de periodistas afines al presidente Andrés Manuel López Obrador, quienes parecen estar más interesados en deslegitimar a aquellos medios de comunicación que se han dedicado a informar sobre la situación de manera crítica y objetiva. La estrategia de descrédito en las redes sociales, utilizada una y otra vez, no es algo nuevo, pero su repetición no la hace menos preocupante.
Es fundamental recordar que el periodismo tiene una función esencial en nuestra sociedad: la de informar a la ciudadanía de manera veraz y objetiva. Cuando los periodistas se convierten en actores políticos, cuando su lealtad se inclina más hacia un partido o un líder que hacia la verdad, se socava la confianza del público en la información que reciben. La independencia y la imparcialidad son los pilares sobre los que debe construirse el periodismo de calidad.
La Presidencia de la República, en su empeño por controlar la narrativa y la opinión pública, ha recurrido una vez más a la estrategia de desacreditar a aquellos periodistas y medios que no alaban su gestión. Esto no solo es un ataque a la libertad de prensa, sino que también socava la confianza del público en la información que se le proporciona.
Pero, a pesar de estos esfuerzos por controlar la narrativa, la realidad es inquebrantable. Las imágenes y los testimonios de las comunidades afectadas por el huracán Otis no pueden ser ocultados o tergiversados. La devastación es palpable, y el sufrimiento de la gente es real. Negar la realidad no solo es deshonesto, sino también irresponsable.
En momentos de crisis como este, es fundamental que la sociedad cuente con información precisa y verificable. La desinformación y la politización de la tragedia solo sirven para confundir y dividir a la ciudadanía en un momento en el que la unidad y la solidaridad son más necesarias que nunca.
Es hora de recordar que el periodismo debe estar al servicio de la verdad y de la sociedad. La libertad de prensa es un pilar de la democracia, y debemos protegerla y valorarla. La realidad no puede ser ignorada ni manipulada, y los ciudadanos merecemos recibir información veraz y precisa, especialmente en momentos de crisis como el que enfrenta Acapulco y sus alrededores tras el paso del huracán Otis.
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