Opinión – Los Batres y el nepotismo en la 4T

MRS / Revista Punto de Vista / 16 de Enero 2024

En la esfera política, las promesas y compromisos suelen resonar como cánticos de cambio y progreso. Sin embargo, como ciudadanos conscientes, es nuestro deber analizar si esas palabras se traducen en acciones concretas que beneficien a la sociedad en su conjunto. En este sentido, resulta crucial reflexionar sobre la aparente contradicción entre la retórica gubernamental y la realidad palpable en torno al nepotismo y el enriquecimiento de algunas élites durante la administración de la 4T.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, durante su ascenso al poder, emitió mensajes contundentes contra el influyentismo y el nepotismo, prometiendo un gobierno que rompería con las prácticas del pasado. Sin embargo, a poco más de cinco años de su mandato, la realidad parece contradecir esas declaraciones, especialmente cuando se observa la proliferación de familiares cercanos en posiciones clave del gobierno.

Un ejemplo claro de este fenómeno es la familia Batres, cuyos miembros ocupan roles estratégicos en distintas instancias gubernamentales. Martí Batres, como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, encabeza esta lista. Sin embargo, la presencia de sus familiares en puestos clave, como la Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lenia Batres, o su hijo Emiliano Batres, quien ostenta un cargo de jefe de departamento sin haber completado su licenciatura, plantea interrogantes incómodas.

A esto se suma la designación de Valentina Batres como diputada, y la presencia de Ulises Lara, con una licenciatura exprés, como encargado de despacho de la Fiscalía de la Ciudad de México. La lista no termina ahí, con Alejandro Bichir Batres, padre de los Bichir y tío de Martí Batres, ocupando el cargo de embajador en Panamá. Estos casos no solo reflejan un patrón inquietante de nepotismo, sino que también sugieren una consolidación de poder entre ciertos círculos cercanos al gobierno.

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La brecha entre el discurso oficial y la realidad tangible genera un cuestionamiento legítimo sobre la autenticidad de la lucha contra el influyentismo. Las acciones, o más bien la falta de acciones, han llevado a muchos a preguntarse si el cambio prometido se ha materializado o si simplemente estamos presenciando una continuación de las prácticas criticadas en gobiernos anteriores.

Resulta esencial recordar las palabras del presidente López Obrador sobre la diferencia y la necesidad de erradicar las prácticas que han caracterizado a la clase política. El discurso anti-nepotismo se erige como un principio fundamental, pero las evidencias sugieren que, lamentablemente, la realidad dista de la idealidad proclamada.

En última instancia, como sociedad, debemos mantenernos alerta y exigir transparencia y coherencia a nuestros líderes. El cambio real no solo debe ser un eslogan vacío, sino una transformación profunda que se traduzca en beneficios palpables para todos, no solo para unos pocos privilegiados. La lucha contra el nepotismo no es solo una responsabilidad del gobierno, sino también un llamado a la ciudadanía para garantizar que las promesas de cambio no se queden en meras palabras.

mrenzi@revistapuntodevista.com.mx

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