MRS / Revista Punto de Vista / 26 de Marzo 2024
En el complicado panorama político de San Luis Potosí, emerge una figura que ha logrado destacar no por sus virtudes, sino por su habilidad inigualable para saltar de partido en partido en busca de su propio beneficio. Nos referimos a Óscar Bautista Villegas, conocido popularmente como “El Cochiloco”, un político que ha dejado una estela de corrupción y escándalos a lo largo de su carrera.
En la última jugada de Óscar Bautista, nos encontramos con su intento por alcanzar una diputación federal, esta vez bajo la bandera del Partido Verde. No es la primera vez que este personaje se lanza a una contienda electoral, y parece que la enésima vez es la vencida para el autodenominado “Chapulín” de la política potosina.
Bautista Villegas forma parte de lo que muchos denominan la “herencia maldita” en San Luis Potosí, un grupo de políticos cuya reputación está manchada por escándalos de corrupción y malversación de fondos públicos. Durante su periodo como diputado local, se integró a una red que utilizaba empresas fantasmas y “factureras” para desviar recursos destinados a programas sociales, privando así a los ciudadanos más necesitados de la ayuda que tanto requerían.
La historia de Óscar Bautista es la de un político cuya lealtad está más allá de los colores partidistas, y cuyo único norte es el interés propio y el de su familia. Las acusaciones de malversación de fondos no son simples chismes políticos; están respaldadas por investigaciones y pruebas que señalan su participación activa en la utilización indebida de recursos públicos para satisfacer sus propias necesidades.
La sombra de la corrupción persigue a “El Cochiloco”, y su historial político es una lista interminable de acciones cuestionables. En lugar de representar los intereses de la ciudadanía, Óscar Bautista ha demostrado ser un experto en el arte de utilizar la política para enriquecerse a sí mismo y a su círculo más cercano.
La sociedad potosina merece representantes íntegros, comprometidos con el bienestar común y la transparencia en la gestión pública. La candidatura de Óscar Bautista Villegas representa un insulto a la confianza ciudadana y un recordatorio de la impunidad que aún persiste en la política mexicana.
Óscar Bautista Villegas se erige como el “Chapulín” más grande de la historia política de San Luis Potosí, saltando de partido en partido, dejando tras de sí un rastro de corrupción y malversación de fondos. La ciudadanía debe permanecer vigilante y exigir representantes que realmente trabajen por el bienestar de todos, no por intereses personales.
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