No sólo en Jalisco existe alerta. Luego de iniciar con la reapertura de su economía, diferentes estados del país han vuelto a aplicar medidas restrictivas por el aumento en contagios de COVID-19.
Tras comenzar, el mes pasado, con su fase de reactivación económica, Nuevo León repuntó en casos y sus autoridades volvieron a restringir la presencia de personas en la vía pública a partir de las 22:00 horas. Negaron que sea un “toque de queda”, pero allí sólo se puede circular para ir a comprar alimentos o medicamentos, acudir a atención médica o a centros de asistencia social.
De hecho, el 29 de junio entró en vigor una reforma a la legislación de esa Entidad que sanciona con hasta tres años de prisión a quien, teniendo conocimiento de que padece una enfermedad grave transmisible, ponga en riesgo la salud de otra persona.
En Baja California Sur también se detuvo la reapertura de sectores económicos. Según medios locales, los contagios se duplicaron en los primeros 18 días de reactivación.
Una situación similar se vive en Jalisco, donde al aumentar la movilidad y la tasa de mortalidad, se frenó la llamada “Fase Cero” y se anunció la posibilidad de volver al confinamiento obligatorio en caso de que la ocupación hospitalaria llegue a 50% o si la tasa de incidencia semanal es de 400 contagios por cada millón de habitantes.
En el Estado de México, el Ayuntamiento de Toluca aprobó aplicar multas de hasta dos mil 606 pesos y arrestos por hasta 23 horas a quien no utilice cubrebocas en espacios públicos.
La Ciudad de México, que entró en “semáforo naranja” luego de que bajó la ocupación hospitalaria, metió reversa a la reapertura del Centro Histórico y hoy aplica ingresos escalonados según los apellidos. Hoteles, restaurantes, centros religiosos y parques operan a 30% de su capacidad.
En municipios de Sonora como Caborca, Arizpe y Guaymas, sí han aplicado “toque de queda”. Por su parte, en Oaxaca, localidades como San Pedro Apóstol y Ocotlán aplicaron restricciones de ingreso a visitantes.
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