El martes pasado, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se reunió con varios funcionarios en la Base Naval de Acapulco, Guerrero, en una visita que pasó desapercibida para la población local. A diferencia de sus habituales recorridos en camioneta que atraen multitudes, esta vez no hubo expectativa alguna, ya que no se congregó gente a las afueras de la instalación.
La reunión comenzó después de las 4:00 de la tarde, con los funcionarios gubernamentales esperando al presidente hasta las 4:45 de la tarde, momento en que aterrizó el helicóptero de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que lo trasladó a la base naval.
Fuentes gubernamentales confirmaron la presencia de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, en la reunión. Sin embargo, en esta ocasión, López Obrador no cumplió su promesa de recorrer las zonas dañadas ni de establecer contacto con los damnificados, como es su costumbre en situaciones de desastre.
Previo al aterrizaje del helicóptero presidencial, varias camionetas de funcionarios que participaron en la reunión llegaron al lugar. Estos vehículos estaban rotulados con las siglas de dependencias gubernamentales como la Fiscalía General de Justicia del Estado de Guerrero, la Secretaría del Bienestar, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Secretaría de Salud.
La reunión con la gobernadora de Guerrero y funcionarios federales, incluyendo a Manuel Bartlett, director de la CFE, tuvo una duración de aproximadamente una hora y media. A las 6:11 de la tarde, un helicóptero militar despegó de la base naval con destino al aeropuerto de Acapulco, marcando el fin de la visita.
A pesar de que el presidente López Obrador afirmó haber visitado Acapulco en al menos tres ocasiones desde el paso del huracán “Otis”, no se dispone de fotografías o videos que confirmen encuentros con damnificados. Además, se recordó su intento de viajar por carretera a Acapulco el 25 de octubre, inmediatamente después del impacto del huracán, pero su automóvil quedó atascado, impidiendo su avance.
