El Presidente Andrés Manuel López Obrador dejó en claro que el robo del combustible (huachicoleo) se combatirá dentro y fuera de Petróleos Mexicanos (Pemex). Por eso ya implementó un plan conjunto para evitar esta práctica donde la corrupción juega un papel importante. Mientras tanto, ayer reveló que, el año pasado, se robaron más de 600 pipas de combustible cada día en el país, en donde están relacionados empleados de la paraestatal, lo que significó una pérdida de 60 mil millones de pesos. “Este año la cifra es similar”.
Remarcó que no solo los ladrones han saqueado los ductos. Los empleados de Pemex también lo han robado y distribuido, o ayudado a los ladrones al asegurarse de que el combustible continúe fluyendo por los ductos. Por eso la Fiscalía General de la República confirmó que se han iniciado investigaciones contra tres directivos.
Aunque los ladrones perforan al menos 42 tomas ilegales por día, esto solo representa 20% de las pérdidas, explicó López Obrador. El resto presumiblemente fue robado con camiones cisterna que salieron de los centros de distribución, por eso se reformó la presencia de militares y marinos en 58 instalaciones estratégicas de Pemex. “Hay la hipótesis de que, de todo el robo, sólo 20% se da con la ordeña de ductos, que es una especie de pantalla… la mayor parte tiene que ver con un plan que se opera con la complicidad de autoridades y con una red de distribución”.
Las autoridades sospechaban desde hace tiempo de la complicidad de empleados de Pemex en el robo, porque para la perforación de tomas ilegales y la extracción es necesario el conocimiento técnico de gente de la empresa estatal para evitar una explosión. Sin embargo, el mayor misterio es la manera en cómo se comercializa el hidrocarburo robado, porque vender la gasolina y el diésel simplemente a la orilla de las carreteras no sería suficiente para movilizar todo el producto.
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