Raquel Buenrostro Sánchez, titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), admitió una saturación en el sistema de citas para servicios de ese organismo, y acusó un boicot por parte de despachos contables y centros de llamadas (call centers).
Durante la conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, la titular del SAT dijo que la saturación “fuerte” en el sistema de citas ocurrió hace dos meses, lo cual atribuyó a despachos contables que “atrapaban todas las citas y luego ellos mismos eran los que las vendían, y obviamente estaban coludidos con algunos funcionarios del SAT”.
Afirmó que el SAT hizo una investigación e identificó qué despachos erán y se modificó el sistema con medidas de seguridad anti bots.
Dijo que esos sucesos de hace dos meses se están repitiendo ahora, por lo que se están agregando más filtros -como solicitar un correo electrónico verídico- para impedir la saturación.
Básicamente, el robo de citas, digamos, o la venta de citas estaba sobre todo en Jalisco y en Nuevo León y ahorita se disminuyó”, dijo.
“Y el otro efecto que se está haciendo ahorita es: se cambió un contrato del call center, y a lo mejor también puede ser por eso que está habiendo lo de las llamadas, teníamos un despacho que era muy abusivo, nos estaba cobrando tarifas de mensajes y de muchas cosas como si estuviéramos en los 80, cuando ya los medios electrónicos son muy baratos. Se terminó el contrato, no lo renovamos”, afirmó.
Añadió que también en el SAT tienen identificado un par de conmutadores que son los que saturan las llamadas telefónicas. Estamos ahorita haciendo un proceso tecnológico para ver cómo desactivamos estos conmutadores de donde estamos recibiendo las llamadas.
“Es una parte del boicot, porque estamos sacando y mejorando algunos contratos y los hemos estado bajando casi 2,000 – 3,000 millones de pesos. Y ahorita, eso fue hace como una semana, pero ahorita estamos trabajando también en bloquear las llamadas continuas de los mismos conmutadores”, afirmó.
Fuente: EL ECONOMISTA
