Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes más conocidos del narcotráfico en México y cofundador del Cártel de Sinaloa, se declaró culpable ante un tribunal en Estados Unidos por los cargos relacionados con narcotráfico y lavado de dinero. En su declaración, reconoció que durante 45 años, desde 1980 hasta 2025, sobornó de forma continua a policías, mandos militares y políticos para operar con impunidad. Esto ocurrió a lo largo de ocho sexenios presidenciales mexicanos, lo que le permitió mantener control absoluto sobre su actividad ilícita y proteger su organización de la justicia y las fuerzas del orden.
“El Mayo” admitió que su cártel fue responsable de transportar más de 1.5 millones de kilos de cocaína principalmente a Estados Unidos, así como otras drogas como heroína, metanfetaminas y fentanilo. También reveló que el Cártel de Sinaloa tenía una estructura compleja con vínculos en países como Colombia, donde se producían las drogas, y operaba tanto rutas marítimas como aéreas para introducir estas sustancias al territorio estadounidense. A través de estos años, pagó millones de dólares en sobornos a distintas autoridades para asegurar la libre operación, incluyendo funcionarios de alto rango que formaban parte del gobierno y las fuerzas armadas.
Además, Zambada lamentó públicamente el daño que su organización causó a la sociedad en México, Estados Unidos y otros lugares por la violencia y adicciones asociadas al narcotráfico. Recordó que comenzó en el negocio con cultivos de marihuana desde muy joven, evolucionando posteriormente a la venta de cocaína y otras drogas. Su declaración fue parte de un acuerdo que evitará enfrentar la pena de muerte, pero que lo podría condenar a cadena perpetua en enero de 2026, además de una multa económica millonaria.
Este caso representa un golpe significativo contra el narcotráfico, pues expone la corrupción sistemática que operó detrás del liderazgo de “El Mayo”, mostrando cómo la delincuencia organizada logró infiltrar y corromper instituciones durante décadas. La fiscalía estadounidense y la Administración de Control de Drogas (DEA) han valorado esta confesión como histórica y una victoria para la justicia, mientras que en México el arresto y la caída de este capo han desatado múltiples confrontaciones violentas, especialmente en el estado de Sinaloa, lugar principal de operación del cártel.
La admisión de Ismael “El Mayo” Zambada refleja la profunda relación entre los cárteles de droga y la corrupción política y militar en México durante más de cuatro décadas, lo que ha facilitado la impunidad y la expansión del narcotráfico a gran escala en ambos lados de la frontera. La sentencia próxima y las sanciones económicas buscan marcar el fin de un ciclo de terror asociado a una de las figuras más emblemáticas del crimen organizado en la región. Esta etapa también representa un desafío para las autoridades mexicanas y estadounidenses en seguir desarticulando las redes criminales que aún operan en la región.
