La moneda mexicana se depreció de nueva cuenta el miércoles 15 de abril, después de que la calificadora Fitch Raitings degradara la calificación del país de “BBB” a “BBB-” con perspectiva es estable. El peso mexicano comenzó a registrar pérdidas del 1% frente al dólar en cotizaciones electrónicas, llegando a un nivel de 24.22 pesos por dólar a las 4:50 p.m., siendo el máximo de operación por apertura el de 24.29 a las 4:36 p.m., conforme a información provista por la compañía de asesoría financiera Bloomberg.
Previo a ello, el Banco de México (Banxico) ubicó el cierre del peso en 23.98 unidades por dólar. Por el momento, los inversionistas se encuentran atentos a la apertura de los mercados asiáticos. Aún cuando la mayoría de las divisas han reflejado pérdidas frente al dólar, la moneda mexicana ha sido la más afectada, a tan catastrófico resultado, Gabriela Siller, directora de Análisis Económico-Financiero de Banco Base, explica que la caída del peso se puede deber a factores relacionados a la baja de precios del crudo.
En relación al recorte de la calificación crediticia de Fitch al país, Siller considera que éste ha tenido un impacto moderado en el tipo de cambio, gracias a diferentes factores entre los que considera el recorte se dio después del cierre del mercado, sumado a la perspectiva de Fitch “estable”, que da a entender que existe muy poca posibilidad de que vuelva a hacer un recorte a la calificación mexicana, lo que la ubica en un grado especulativo.
A fondo, la calificación de Fitch Raitings pone al país en el límite de perder el grado de inversión en este segundo recorte del breve recorrido de 2020. Ello con base en las perspectivas del país visto bajo la lupa del efecto COVID-19, misma que constituye un fuerte golpe para la economía mexicana, que conforme a la evaluadora se traducirá en una recesión aguda a lo largo del presente año.
Todo rasgo de recuperación económica para México por parte de Fitch ha quedado casi descartado de frente a los factores que frenan el desempeño económico contemporáneo, retrasando con ello la calificación, así como el nivel de ingresos. Un tema delicado para la nación lo ha sido también el clima de negocios que se ha venido observando en diferentes sectores, a pesar de los esfuerzos de colaboración por parte del sector privado en áreas como el desarrollo y la infraestructura. Sin reparar en el gran detrimento del poder institucional respecto del marco regulatorio.
En perspectiva, no ha sido tampoco bien evaluado el hecho de que el gobierno mexicano no haya demostrado apoyo a la sociedad, específicamente al sector industrial en lo correspondiente a una respuesta fiscal financiada por deuda a la recesión económica y de frente a la corrosión de los negocios por la contingencia sanitaria.
Por lo anterior, Fitch Ratings contempla que es probable que, aunque hasta la fecha, el gobierno mexicano no haya adquirido deuda, es muy posible que la deuda del gobierno en general aumente de 6 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB) a casi el 50%, es decir, el más alto desde la década de los años ochenta.
Fue tan sólo a inicios de abril que la agencia bajó la calificación de Petróleos Mexicanos (Pemex), pérdidas que equivalen al costo de 260 aviones presidenciales; el motivo fue que el reporte financiero de Fitch sobre Pemex registró una pérdida neta de 18 mil 367 millones de dólares durante 2019, que en comparativa con la cifra de 2018 durante ese mismo periodo equivalía a 9 mil 575 millones de dólares, es decir, un aumento del 92% de la pérdida.
También habría que recordar que la agencia de calificación de riesgo de EEUU, Standard and Poor´s (S&P), rebajó el jueves 26 de marzo la nota soberana de México de BBB+ a BBB en la escala crediticia, calificación que ya auguraba lo que Fitch Ratings señaló el miércoles 15 de abril: condiciones económicas adversas o cambios coyunturales (COVID-19) que conduzcan al debilitamiento de la capacidad del emisor (en este caso México), para cumplir con sus compromisos financieros sobre la obligación.
En relación a la nota previa, BBB+, ésta equivalía a “A-1”, que señalaba que también era una calificación baja y ligeramente más susceptible a los efectos adversos derivados de cambios en las circunstancias y condiciones económicas que las obligaciones con calificaciones en categorías altas.
Finalmente, Fitch Raitings consideró que el país ya cargaba con efectos negativos previos a la pandemia del coronavirus, a los que se ha sumado la pérdida de 130, 500 empleos formales en marzo, cifra que equivale a más de un tercio de los creados durante 2019. Ello sin contar la caída del 24.6 % a tasa anual de la producción automotriz, misma que representa un poco más de la quinta parte del PIB manufacturero del país.
Fuente: AGENCIAS – Infobae