
Ciudad de México, México.- Este lunes se cumplen dos años del inicio de operaciones del Tren Maya, uno de los proyectos de infraestructura más emblemáticos del sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Con un recorrido de 1,554 kilómetros a través de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, la obra fue presentada como un detonante del desarrollo económico del sureste. No obstante, su balance sigue envuelto en controversia, particularmente por la baja demanda de pasajeros en varios tramos y las dudas sobre su impacto real en las comunidades que atraviesa.
En el marco del aniversario, la Misión Civil de Observación, integrada por colectivos ambientalistas, organizaciones sociales y especialistas, dio a conocer una serie de hallazgos que apuntan a afectaciones sociales y ambientales relevantes en zonas cercanas al trazo ferroviario.
El ingeniero industrial Guillermo D. Christy, integrante de colectivos de defensa ambiental, explicó que durante los recorridos de observación se documentaron testimonios de militarización en comunidades rurales y áreas de valor arqueológico, tras la transferencia del control del proyecto a la Secretaría de la Defensa Nacional. De acuerdo con los reportes, habitantes y defensores del territorio han denunciado amenazas e intimidaciones, además de la ejecución de obras sin la aplicación plena de la normatividad ambiental ni del principio precautorio.
Entre los impactos señalados se encuentra la tala de más de 20 millones de árboles, la instalación de más de 15 mil pilas de acero y concreto y la afectación directa a acuíferos subterráneos. Asimismo, se documentó la alteración de al menos 120 cavernas y cuevas, así como daños al corredor biológico de la región. Especialistas advierten que una parte significativa de estas afectaciones podría ser irreversible, y que el deterioro ambiental continúa con el avance de desarrollos inmobiliarios y turísticos asociados al proyecto ferroviario.
Desde la óptica oficial, el Gobierno federal sostiene que el Tren Maya tiene como objetivo diversificar el turismo, reducir la concentración en el Caribe y crear polos de desarrollo económico alrededor de sus estaciones. Aunque el traslado de pasajeros ha sido el eje visible del proyecto, las autoridades han reiterado que su viabilidad financiera depende en buena medida del transporte de carga, cuyas obras comenzaron en abril de 2025.
En la experiencia de los usuarios, las opiniones son mixtas. Algunos destacan instalaciones modernas y funcionales, mientras reconocen baja ocupación y ajustes constantes en la operación. Para otros, el servicio aún se encuentra en una etapa de adaptación, tanto para quienes lo administran como para quienes lo utilizan.
A dos años de su inauguración, el Tren Maya permanece como un proyecto que despierta expectativas y esperanza en ciertos sectores, pero también críticas profundas en otros, en un debate que sigue abierto sobre su costo social, ambiental y económico.











