Integrantes de los departamentos de Química Orgánica y de Ingeniería Química de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desarrollaron una molécula útil para la explotación de yacimientos petroleros.
La molécula funciona para conocer cómo se desplazan los fluidos a más de dos mil 500 metros de profundidad; además, es inocua para el ambiente, biodegradable, capaz de ser detectada en concentraciones mínimas y resistente a la salinidad, altas temperaturas y presión.
El equipo de investigadores busca obtener el petróleo de forma más amigable con el ambiente, que aún permanece atrapado en los yacimientos; hasta que se logre el compromiso de reducir el consumo de hidrocarburos.
“Mientras eso ocurre, trabajamos en ofrecer a la sociedad combustibles con mejor calidad”, dijo José Fernando Barragán Aroche, académico de la Facultad de Química.
Esta tecnología, 100 por ciento universitaria y ya probada en campo, está en proceso de patente en México y Estados Unidos. Su meta es la recuperación mejorada de crudo en yacimientos del tipo carbonatados, de los que se extrae sólo entre 30 y 40 por ciento del aceite disponible.
Barragán Aroche, líder del proyecto “Procesos de recuperación mejorada con la tecnología de inyección de químicos (ASP) con aplicación mediante prueba piloto en el campo Poza Rica”, explicó que diversas sustancias químicas pueden aumentar la producción en donde el petróleo ya no fluye hacia la superficie, pero eso se requiere, primero, conocer la estructura y características de los yacimientos.
Ahí entra la molécula, que se deposita en el fondo de aquéllos “y a través de su seguimiento podemos saber hacia dónde se mueven los fluidos. Eso es importante porque permite diseñar las siguientes etapas de extracción”.
Al respecto, Simón López Ramírez, tecnólogo del proyecto, afirmó que siguiendo la concentración del trazador (molécula) en la salida de los pozos se puede inferir cómo se mueven los fluidos.
Tras simular un yacimiento y obtener un diseño molecular adecuado, los universitarios trabajaron con la normativa ambiental para probar la inocuidad de la molécula al entrar en contacto con el suelo, el agua y los trabajadores que la inyectan al yacimiento.
Barragán Aroche destacó que en este proyecto se conjuntaron los mejores “cerebros”. Colaboraron, además de investigadores y especialistas, estudiantes en formación de diferentes instancias de la UNAM, como las facultades de Química, Ingeniería y de Estudios Superiores Zaragoza.
Fuente: http://www.excelsior.com.mx